Niliada
27.11.2024
Niliada, 2024. Acrílico y óleo sobre papel. 50 x 65 cm.
Esta obra lleva un par de años dando tumbos por mi estudio, a veces escondida en un cajón, hasta que ha llegado el momento de que salte del nido. Otras no corren tanta suerte y acaban en la papelera o enterradas entre las capas de óleo de las nuevas ideas. Este barquero del Nilo, tan largo como un afluente, se ha resistido a la nada, persistiendo hasta acabar en una nueva imagen, otro mensaje en una botella. Y no es que al personaje no lo hubiera utilizado antes en otras obras. A veces un tranquilo paseo en barca da para mucho: se conjuran un sol y un azul determinado y te inocula el creciente deseo de pintar esa imagen, ese fragmento de ahora para siempre.
Navegar por un rio no es como hacerlo en el mar o en un lago: es montar una corriente, es cruzar una bandada de gotas dirigiéndose a su destino, es moverse dentro de algo que se mueve, y, si seguimos, potencia de diez, en un planeta que avanza danzando entre inquietas galaxias. Se mueve el agua y el pincel y el barquero nunca sabrá que ha acabado en la pantalla de tu móvil.