Charris + Lejarraga: Piel de asno
2013
CAB Centro de arte de Caja de Burgos.
Portada del catálogo
Exposición Piel de asno CAB de Burgos
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En el estudio
Tarjeta web
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PIEL DE ASNO. CHARRIS+LEJARRAGA
Piel de asno nace a partir de un encargo para una edición de un pequeño teatro de juguete en el que las piezas reproducidas serían los escenarios de una hipotética representación. El teatro de juguete, que tuvo una gran tradición en toda la época victoriana y a principios del siglo XX, fue paulatinamente desapareciendo y persiste tan sólo como antigüedad y en reediciones para coleccionistas nostálgicos. Se trataba de actualizar el sentido original del juguete pero desde la óptica de nuestra época, con un nuevo espacio escénico para dar forma al proyecto.
Charris y Martín Lejarraga empezaron a desarrollar una pieza en la que, de una clara diferenciación inicial entre espacio escénico y decorados, se fue pasando a otra en la que los mismos paneles ayudaban a conformar el marco donde se desarrollaban las escenas. Las piezas así concebidas debían ir plegándose y permitiendo un uso modular que ayudara a crear los sucesivos decorados, uniendo arquitectura y pintura como la piel y los huesos de un personaje.
Si en principio el pequeño teatro debía servir para cualquier clase de representación, la búsqueda y las conversaciones del proceso llevaron a incluir como guión, como armazón estructural, la misma esencia, la razón de ser del proyecto: las relaciones entre la pintura y la arquitectura, la imagen de la una reflejada en los ojos de la otra, a través de un texto teatral y unas imágenes que hablan de espacios, escalas, apariencias y arquitectos, genios, héroes y constructores.
Piel de asno no es sólo el título de la pieza que, en su versión ampliada y a una escala mucho mayor que el teatro de juguete que le sirve de referencia, se presenta en las salas del CAB de Burgos, sino también el de la obra de teatro que va asociada a él y que tiene vocación de ser representada alguna vez entre los decorados surgidos de esta colaboración.
El título alude al cuento de Perrault en el que una princesa es vista en todo su maravilloso esplendor cuando usa trajes con los colores del cielo, de la luna y del sol, y como una apestosa y horrible criatura cuando se cubre con una piel de asno, asumiendo el poderoso poder transformador de la piel, de las apariencias, de esa última capa visible que muestra toda persona y todo edificio.
Los personajes de la obra usan un ojo como máscara que los unifica en un primer momento y que los diferencia y les da características propias cuando sabemos que esos ojos pertenecen al coleccionista Eli Broad, a una anónima estudiante y a toda una pléyade de famosos arquitectos: Jean Nouvel, Kazujo Sejima, Liz Diller, Norman Foster, Frank Lloyd Wright, más Cindy Sherman (aunque bajo el disfraz de Ray Eames) y Gary Cooper (que representa al arquetipo de arquitecto en su papel de Howard Roak en El manantial de Ayn Rand y King Vidor).
La obra comienza con un diálogo entre el coleccionista y la estudiante, en el que aquel le encarga un texto para el discurso que tiene que dar el día de la gala en la que se designará el autor elegido para diseñar una de las sedes de su colección en Reykjavik, uno de esos concursos restringidos en los que participa lo más selecto del clan de los starchitects.
Poco después vemos a la estudiante en una biblioteca intentando escribir el texto según los dictados del señor Broad. En eso empiezan a entrar los personajes que mantienen conversaciones entre ellos y con la chica sobre arquitectura, su papel en la sociedad, su relación con el arte, sobre museos y musas, forma y función, escalas y vanidades, entre unos extraños temblores que los sobresaltan de vez en cuando. Cuando aparece Frank Lloyd Wright, la chica cae en la cuenta que todo es un sueño y el acto acaba con unos últimos consejos del anciano arquitecto que la deja sola en la sala.
En el tercer acto, la escena se desarrolla en un hall del recinto donde se va a celebra la entrega de premios, en Los Ángeles. Unos camareros sirven cócteles entre los invitados (todos los anteriores excepto los ausentes: Frank Lloyd y Gary Cooper) que continúan conversando de temas relacionados con la arquitectura en su vertiente más mundana. De pronto los camareros se colocan una máscara del artista chino Ai Wei Wei y amenazan a los invitados con unas pistolas, mientras proclaman un disparatado discurso y otro de ellos lo graba en video. Cuando caen en la cuenta que entre el grupo no se encuentra el galerista Larry Gagosian, persisten de su actitud y se descubre que son un grupo de estudiantes de arte realizando una performance. Antes de irse reparten tarjetas con la dirección de su web y se van.
Entra Eli Broad, que se ha cruzado con los camareros y cuando le están contando lo que ha pasado comienza un gran terremoto. Los invitados van saliendo aterrados (derribando de paso los biombos del escenario) hasta que sólo quedan de pie en el centro de la sala el coleccionista y la estudiante que cruzan las últimas palabras entre los restos del temblor...)