Insomnio: Tras las huellas de Spilliaert
2011
La Conservera, Ceutí (Murcia).
Detalle exposición
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Ángel Mateo Charris + Gonzalo Sicre. 17.09.2011 al 8.01.2012.
Pintar es viajar: puede sonar tópico pero es cierto para algunos, lo es para estos artistas. El viaje ha sido el germen de muchas de sus obras, la idea misma del deambular, del espacio de tránsito, de los territorios fronterizos y el tiempo congelado entre dos destinos, y algunas veces ha sido desde la raíz misma de lo exótico, como en el ciclo de obras sobre Mali o Laponia de Charris, o el de la India de Sicre, donde se han articulado algunas de sus propuestas. Y a veces al viaje a un lugar geográfico se ha superpuesto otro territorio metafórico, un país pintado, un continente del arte, como aquel viaje (y posterior exposición) al Cape Cod del pintor norteamericano Edward Hopper. Aquel fue un viaje no solo al alma de lo hopperiano sino también a la misma imaginación americana y en torno a la del pintor se arremolinaron otras influencias (desde la escuela del Rio Hudson, a los realismos de la american scene, de Walker Evans a los precisionistas o a John Dos Passos). Luego el camino de vuelta les trajo una visión nueva de su propio territorio, hermanando mundos aparentemente lejanísimos.
Otro pintor, Leon Spilliaert, y otro territorio pintado en Ostende, la pequeña ciudad de Flandes donde nació aquel y en la que también vivieron y crearon Ensor y Permecke (una alta densidad de historia del arte para un lugar tan pequeño, un nudo de intensidad en la gran red europea) es el nuevo destino que han afrontado. En sucesivos viajes y teniendo siempre como faro al pintor belga de las geometrías oscuras y los silencios habitados, Charris y Sicre han intentado buscar las puertas de entrada donde se juntan el universo pintado y el real, una tarea no siempre fácil en el Ostende actual de destino turístico y arquitecturas convencionales, apoyándose tanto en lo histórico como en lo literario, en verdad y apariencia, certeza y confusión, para poder llegar a la verdadera meta de este viaje: un lugar poco transitado de su propia obra, nuevas postales de su propio mundo que aún no conocían.
Cuentan que el insomnio está en el origen de muchas de las obras de Leon Spilliaert, que su deambular nocturno por el paseo marítimo y las calles de la ciudad provinciana alentaron muchas de las visiones que le sirvieron para dar forma a su mundo interior: es la hora en la que salen los fantasmas y lo real se toma un descanso, donde las formas se hacen menos precisas y las obsesiones salen a pasear a la luz de la luna. Pero no es la noche lo que han ido a buscar Charris y Sicre al mar del norte sino el corazón mismo del insomnio, ese espacio entre la lucidez y el sueño, esa frontera entre la anécdota y lo trascendental, entre el olvido y la memoria, entre la pintura como materia y lo pintado como vehículo mental: es lo que diferencia al niño Pinocho del muñeco de madera, una pócima de gin & tonic y unas gotas de aguarrás.
De una esquina luminosa de la vieja Europa, la Cartagena mediterránea, a otro mar y otra luz en el norte, la pintura como esperanto y la larga fraternidad entre los pintores vivos y los muertos: de ahí vienen esta serie nueva de pinturas. También se han ido sumando personajes, invitados o no, a la fiesta: Ensor y sus colecciones de conchas y máscaras, Stephan Zweig y Joseph Roth, Hergé y los antiguos pintores flamencos, Marvin Gaye y Arno, los lenguados y las gambas grises, Tintín y los ferrys, los bunkers abandonados de la segunda guerra mundial y la memoria digital.
Y donde Charris y Sicre dicen Ostende, quieren decir Europa, otra habitación de la misma casa, un mundo de antiguas historias y de nuevos conocidos, de lenguajes compartidos en extraños acentos y aires de familia, de conspiraciones de café y filosofía, de vampiros y muertos vivientes, de Richard Strauss y Johnny Rotten, más allá de las fronteras, siempre cerca de algún faro.
El resultado de este viaje, realizado en verano del 2010, se compone de pinturas y bocetos, los cuales, gracias a la colaboración con el arquitecto afincado en Cartagena Martín Lejarraga, responsable del diseño espacial, reposan en recreaciones oníricas de un Ostende lejano.
Para esta ocasión La Conservera ha editado un catálogo con textos de Fernando Huici, Ángel Mateo Charris y Luc Tuymans.