Charris
Español

Revista Room nº 4

07.10.2009

Le gusta comprar juguetes de hojalata, zapatos y camisas estrafalarias tras rebuscar entre cabezas de mono disecadas, teteras y raíces de jengibre, pero lo que realmente buscaba aquel día en el oloroso mercado de Djeneé eran instantes. Apenas un momento de emoción, ése que se queda alojado en la memoria y que luego lleva al lienzo o recrea en el papel, porque Ángel Mateo Charris pertenece a la categoría de los artistas que funden el arte y la vida. Se sabe que fue el pintor de la "República de Cartagena" y que fue capaz de cruzar un océano "Tras las huellas de Hopper". Y que escribe tan bien como pinta, y que en ambas artes se alimenta de sus viajes, da igual sean imaginarios o reales. Como aquella noche en un cabaret de Barnako, mientras sonaba la kora de la mano de Toumani Diabaté, y un hombre tan robusto como borracho bailaba la danza de la lluvia con una botella de Castel Berr en la cabeza. Aposté 100 francos a que se le haría añicos antes de que la kora dejara de sonar, pero Charris miró con esa sonrisa oblicua de quien ha cubierto ya varios trayectos. De vuelta en la habitación, en un folio con el sello impreso del hotel, Charris reflejó con trazos rápidos y realizados en tinta el rostro abotargado de aquel nativo. Ahora, ese dibujo, convenientemente enmarcado, cuelga de una de las paredes de mi casa, como recuerdo de un momento de inspiración. Ése que todos buscamos.

Amelia Castilla