Charris
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Artículo en Ababol (La Verdad) 5.11.2016

08.11.2016

Neofeudal, 2016. Oil on canvas. 200 x 200 cm

Neofeudal, 2016. Oil on canvas. 200 x 200 cm

Refugees 2016. Oil on canvas. 66 x 100 cm.

Refugees 2016. Oil on canvas. 66 x 100 cm.

Fishing in the Republic, 2016. Oil on canvas. 200 x 200 cm.

Fishing in the Republic, 2016. Oil on canvas. 200 x 200 cm.

Cosmo - Triptych/Screen, 2016.  Oil on wood. 243 x 327 cm.

Cosmo - Triptych/Screen, 2016. Oil on wood. 243 x 327 cm.

Neofeudal, 2016. Oil on canvas. 200 x 200 cm
Refugees 2016. Oil on canvas. 66 x 100 cm.
Fishing in the Republic, 2016. Oil on canvas. 200 x 200 cm.
Cosmo - Triptych/Screen, 2016.  Oil on wood. 243 x 327 cm.

-¿Qué es lo que piensa? 

-Que no importa tanto el qué, ni el porqué, ni el para qué, sino el cómo; que estaría bien que los espectadores pudieran sentir algo de la intensidad de lo pintado, de lo vivido, como me ocurre a mí con las obras de otros, pero que eso ya no es asunto mío; lo mío es atrapar la vida que se escurre entre los dedos y he elegido la Pintura para ello, como otros pueden hacerlo a través de otra cosa, de otro oficio, de otro conjuro. Y que si me pongo a compararme, a juzgarme, justificarme, a dar coartadas, solo estoy comprando un 'ticket' para una noria de la que solo se sale con un tremendo mareo.

Charris expone, hasta el 8 de enero de 2017, en el Museo Regional de Arte Moderno de Cartagena (Muram), cuya programación está al cuidado de Juan García Sandoval. El artista cartagenero ha titulado su muestra con un neologismo, 'Los Cosmolocalistas', que son una especie de ángeles carnales -o sea, también demonios potenciales-, con los pies en la Tierra, la mirada desprejuiciada y altas miras en cuanto a humanidad y deseos de vivir en paz se refiere; por supuesto, él se siente próximo a ellos. Nada de dogmatismos, nada de exclusiones infames, de violencias, de celebración de la necedad.

'Los Cosmolocalistas' propone, a su manera fantástica y juguetona, un itinerario geográfico y sentimental por las temáticas abordadas por Charris a lo largo de su carrera, si bien, como explican los organizadores de la muestra, «incluyendo obras en su mayoría realizadas para esta exposición o que permanecían inéditas». Se articula así «como una 'falsa' antológica en la que lo global y lo local, lo real y lo imaginario, la gravedad y la ironía se presentan con su habitual juego de mezclas y yuxtaposiciones, y donde la pintura acaba dando forma a ese universo paralelo resultante de viajes, lecturas, cultura -en el sentido más amplio de la palabra- y vida». Así es, «su figuración de línea clara, con colores brillantes y factura sencilla, combina numerosas influencias pictóricas europeas y americanas, pero también otras que provienen de la ilustración, el cine o los mecanismos publicitarios».

En efecto, «el neologismo elegido por el artista para el título de la exposición y para la narración literaria que la articula nos habla de dos polos de interés: el mundo, lo genérico, las relaciones entre el hombre y la tierra, y lo específico de los lugares y las culturas: lo que nos hace iguales y lo que nos hace diferentes». «La economía y los juegos de poder, el mundo del arte, las ideologías, la metafísica y el humor se filtran en capas de significados bajo la apariencia inocente de sus imágenes», resaltan en el Mubam.

Exposiciones de Charris como 'República de Cartagena', 'Blanco', 'Insomnio', 'Piel de asno' o 'Los mares del Tiki' -ciclo que le ha ocupado los dos últimos años-, «se revisitan en 'Los Cosmolocalistas' desde una nueva perspectiva, dándonos una panorámica del particular mundo creado por Charris a lo largo de sus tres décadas de trayectoria pictórica».

¡Menudo Charris! En el cuidado catálogo de la muestra, patrocinada por la Consejería de Cultura, a cuyos mandos está Noelia Arroyo, aparece un autorretrato del pintor deleitándose con la magia de las pompas de jabón. La imagen, un fragmento del cuadro 'Supercalifragimetafísico' (2011), que formó parte de la exposición conjunta que Charris protagonizó en 2011 en La Conservera de Ceutí, junto a su cómplice amigo Gonzalo Sicre, pretende, según él, «representar a un artista genérico -es anecdótico que se trate de un autorretrato- enfrascado en una tarea posiblemente inútil y prescindible pero hermosa, apenas una pompa que atrapa el aire de su interior pero que esconde en su superficie todos los misterios del universo». Misterios que él persigue, investiga, observa con unos ojos siempre dispuestos a emprender un viaje; incluso les sigue la pista en mitad de una noche, herida de amor, que envuelve una tormenta foribunda en mitad de un mar de dulces sueños, o pesadillas, esperando con pasión o con horror la llegada del amanecer. Siempre son así los amaneceres: una incógnita, una promesa, un alarido.

Mira Charris su obra 'Refugiados' (2016), una de las que ilustran estas páginas, y piensa/ordena ideas/dice: «No hay que desdeñar el poder del título en una obra de arte. Una imagen amable y plácida puede convertirse en algo terrible con el poder que encierra una palabra. Los asiáticos celebran estos festivales de linternas para recordar a sus muertos una vez al año». Y añade: «Con estas frágiles lamparitas en nuestro Mediterráneo, frente a Portmán por ejemplo, quería recordar a todos esos refugiados que se lanzan a un futuro incierto y que nos conmueven -aunque parece que no demasiado- cuando se cuelan por las pantallas en la comodidad de nuestras salas de estar».

Tampoco es cómodo situarse frente a 'Neofeudal' (2016), una «imagen del sur de Manhattan, donde estaría Wall Street, que con ese personaje coronado gigante podría ser un irónico proyecto monumental en torno al neoliberalismo -casi simétrico y opuesto al de la III Internacional de Tatlin-», explica Charris, para quien «la propia lógica y esencia del capitalismo parece estar pervirtiéndose desde dentro para llegar a esta nueva forma de feudalismo, donde cada vez menos detentan más poder y riqueza, utilizando a los gobiernos como títeres y al planeta como su cortijo particular». Tiene razón el artista: «A veces, el arte se acerca peligrosamente al panfleto, pero en ocasiones hay que salir de la torre de marfil y unirse al grito de tus contemporáneos, intentando que la imagen sea mucho más que una consigna o una opinión».

Sonríe Charris frente a 'Hell, Heaven and Beyond' ( 2015). Sonrisa de felicidad, buenos recuerdos, espíritu agradecido, lechos marinos... «El ciclo de obras en que he estado trabajando los últimos años», cuenta, «me llevó a los mares del Sur, al tiki y a la construcción cultural que los occidentales tenemos sobre el paraíso. Y el viaje acabó siéndolo también a lo esencial, al principio y al interior». «Las exposiciones», argumenta, «se construyen a través de lecturas, películas, viajes..., y todo acaba siendo finalmente biografía. En este paisaje de Tahití, aparece Sadhguru, un místico indio al que llegué por su aspecto -yo llevaba una pinta parecida en esos meses- y con el que descubrí alguna que otra cosa, como que el cielo y el infierno están siempre en uno y no tanto ahí fuera, aunque a veces no lo parezca».

La presencia de Cartagena -ciudad en la que vive desde siempre- en la exposición es abundante, esencial, rica en interpretaciones. Cartagena protagoniza obras como 'La pesca en la república' (2016).

-¿Cartagena república? 

-En esta falsa retrospectiva quise abordar una exposición del año 1993, 'República de Cartagena', en la que trataba lo local pero desde la imaginación y el sentido del humor. Ahí inventé un país con la bandera sonriente que sale en este cuadro. Era también una reivindicación de lo próximo, de las pequeñas cosas y de un tiempo más pausado. En esta obra se ve un conocido paisaje de la costa cartagenera con el sol jugueteando en el mar. El mapa de ese territorio esta plagado de lugares con nombres de artistas, de músicas, de territorios literarios, que es lo más cerca que puedo estar de un país, y totalmente alejado de nacionalismos y provincialismos.

Libertad 

Charris y su deseo de libertad. Ay, los provincialismos, los nacionalismos exaltados...; el relato 'Los Cosmolocalistas', escrito por el propio artista -también excelente narrador de aventuras propias e inventadas- y que se incluye en el catálogo de la exposición, comienza así: «La paz había reinado en la organización del torneo anual de bolos de la Sociedad Geográfica desde su primera edición décadas atrás. Cada año, a mediados de primavera, se desarrollaba el triangular que enfrentaba a los equipos de los Globalizadores, los Nacionalistas y los Cosmopolitas». En el relato se expone, por ejemplo, lo que piensan los Cosmolocalistas de los Nacionalistas. Esto: «Nos gusta mucho su pasión por lo propio, pero no compartimos tanto su afición maniática por las banderitas, los escudos y los trajes regionales. Esta bien como afición, pero esa obsesión por las reglas del 'bowling' en el condado de Yorksire o en la comarca del Bajo Guadalete, por los himnos y por menospreciar a los que no comparten sus aficiones es un poco irritante». Por lo tanto, reconocen, «nos sentimos más cómodos con los Cosmopolitas, con su forma de estar a gusto en cualquier parte, con su actitud relajada y su curiosidad. Pero, a diferencia de ellos, que no echan raíces en ninguna parte, nosotros las echamos en cualquier sitio: basta con unas charlas interesantes, con unos paisajes inolvidables o anodinos, con unos bares y una música diferente para empezar a sentirnos miembros de la familia. Será porque lo somos, una gran familia mucho más parecida de lo que nos creemos, y menos importante e imprescindible, con lo que deberíamos centrarnos en lo que más importa y dejarnos de equipos y de reglas: en jugar. Todos amamos los bolos y todos sabemos lo que es disfrutar, así es que a ver si nos dejamos de tonterías, de clanes y de fronteras».

Globalizadores, Nacionalistas, Cosmopolitas... Los Cosmolocalistas quieren hacer honor a este lema de la Sociedad Geográfica: «Inspirar, iluminar, jugar». Un personaje del relato, llamado Jaggi, defiende algo con lo que Charris está de acuerdo: «'Somos los invitados de la vida'. Heidegger ha dado con esa expresión extraordinaria: ni usted ni yo hemos podido elegir nuestro lugar de nacimiento, las circunstancias, la época histórica a la que pertenecemos, un hándicap o una buena salud... Nos encontramos... arrojados en la vida. Y el que se encuentra arrojado en la vida tiene un deber hacia la vida, en mi opinión, la obligación de comportarse como invitado». ¿Y qué debe hacer un invitado? Esto cree Jaggi/Charris: «¿Qué debe hacer un invitado? Debe vivir entre los hombres, allá donde esté. Y un buen invitado, un invitado digno, deja el lugar en el que ha sido hospedado algo más limpio, algo más bonito, algo más interesante que como lo encontró. Y si tiene que marcharse, hace sus maletas y se va. No conozco ninguna parte del mundo que no sea fascinante, en la que no valga la pena aprender la lengua o la cultura o intentar hacer algo interesante [como dice George Steiner en 'Un largo sábado']».

Las obras de Charris, cree la reconocida ensayista de Arte Gail Levin, «encarnan, sin duda, una versión propia de la 'verdad' que en ningún caso es realismo, sino metáfora poética». Sus pinturas «siguen reflejando el mundo en el que vive, un mundo que filtra a través del universo único de su imaginación. En una era en la que los acontecimientos son cada vez menos predecibles y en la que parece que estuviéramos columpiándonos al borde del desastre, no está claro qué narrativa resulta más difícil de creer: si las fantasías de Charris o el telediario del día siguiente». Eso, ¿cuál? «En ambos casos», sostiene Levin, «el sentido se niega a concretarse y las eventualidades se funden con frecuencia en una espesa niebla de incertidumbre. Solo las formas nítidas de Charris mantienen su claridad. Es la suya una vigorosa crónica del desconcierto de nuestros días y de lo inútil del intento de asimilar todo cuanto ocurre y hasta de explicarnos gran parte de ello».

-¿Está Charris orgulloso de su obra? 

-He tenido épocas de todo, del amor al odio, pero ahora le tengo bastante cariño. A fin de cuentas, las obras son como trocitos de uno que va dejando por ahí, en la manera que te reconcilias contigo mismo te reconcilias con tu obra. Creo que he hecho cosas interesantes y cosas menos buenas, pero en mi defensa diré que no he hecho nada en lo que no creyera en ese momento.