Charris
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FUTURAMA EXPRÉS

12.02.2024

Technolatry (Elektro), 2022. Oil on canvas. 75 x 150 cm.

Technolatry (Elektro), 2022. Oil on canvas. 75 x 150 cm.

Technolatry (Elektro), 2022. Oil on canvas. 75 x 150 cm.

SALA PARÉS
Petritxol, 5,
08002, Barcelona

Del 15 de febrero al 30 de marzo de 2024.

 

Esta exposición deriva de la muestra Futurama de Ángel Mateo Charris, que hace unos meses pudo visitarse en la Sala Verónicas de Murcia. Ambas versan sobre el anhelo de transitar entre el futuro y el presente, vibrar en el punto exacto donde ambos se superponen, trazar un mapa a ninguna parte y, de paso, sobrevivir a la incertidumbre.

Cuántas nubes

Esto se acaba. Vivimos con la sensación de haber llegado al final de un paradigma, de vivir en los confines de algo que no puede tener continuidad, a lomos de un límite. Las cosas no pueden seguir así. Ya no nos sentimos como antes de la pandemia, y hemos aprendido que, en cualquier momento, puede cernirse sobre nosotros un imprevisto; ya no hay vuelta atrás en la degradación que las redes sociales han introducido en las formas de amar y relacionarse; la creatividad genuina será aplastada por las IA, etc. etc. Estas y otras visiones sombrías de un presente futurible conviven con nosotros en el día a día. Son presentimientos fatalistas, sensaciones funestas que vienen preludiadas por una certeza de estar viviendo en un momento clave, en una brecha. Pero ¿acaso no hemos tenido esta misma sensación de manera cíclica a lo largo del curso histórico? ¿Acaso los humanos no hemos estado surfeando el filo de la angustia vital durante toda nuestra historia? ¿Acaso cada generación no se ha creído el eje de un cambio? El escritor austriaco Stefan Zweig apunta en sus memorias El mundo de ayer (1942) al malestar difuso que, en cualquier tiempo, envuelve al sujeto. La sensación de incertidumbre como signo particular de nuestros tiempos se fundamenta sobre la situación actual de agotamiento de los recursos naturales, de tal manera que ese castillo de naipes capitalista erigido sobre el modelo de la eterna abundancia parece tambalearse. La premisa del crecimiento perpetuo – ya lo dice la física – es imposible. Por ello, parece que sí, que estamos llegando a un fin de ciclo y ahora lo que toca es decrecer.

Este cóctel emocional, servido por los medios de comunicación, aderezado con el regusto pesimista propio de la condición humana, y culminado con el puntito picante que le pone la moda de las ficciones distópicas, es la bebida de nuestros días. Y tras su ingesta, una sensación de duda en el estómago y un eructo de incertidumbre. Las creaciones salidas de la imaginación de Charris reunidas bajo el título de Futurama podrían parecer visiones de futuro y final, pero son más bien dudas del presente, visiones sobre todas esas fallas y grietas que los medios de comunicación, las conversaciones y nuestra propia existencia nos generan en nuestra cotidianeidad. Son imágenes perturbadoras, idílicas, muchas veces hilarantes… pero, primero de todo, son dudas, vacilaciones que nos hacen sentir en un estado de flotación. “La desorientación se debe en parte a la pérdida de un horizonte fijo” – escribe la ensayista alemana Hito Steyerl – “Y con la pérdida del horizonte, comienza también la retirada de un paradigma estable de orientación que ha establecido, a lo largo de la modernidad, los conceptos de sujeto y objeto, de tiempo y de espacio. Al caer, las líneas del horizonte estallan, giran y se superponen” (en Los condenados de la pantalla, 2014).

La caída libre y la suspensión son excelentes metáforas del estado en que nos hallamos ante las decisiones que debemos llevar a cabo en nuestro presente, inconsistente, plagado de incertezas. De la misma manera, la superficialidad, el hedonismo y la exhibición de la felicidad son características de la información que circula hoy en la cultura digital, transmitiendo una sensación general de flotación y deseo de flotación, acrecentada por la ubicación literal de la información en el espacio levitante que posibilita la red, esto es, en una esfera global abstracta donde el tiempo y el espacio se redimensionan. No es extraño que las pinturas de Charris estén plagadas de nubes, brumas, vapores y suspensión: como las cumbres embelesadas de Lawren Harris, como el inframundo nebuloso de Arnold Böcklin, ¡cuántas nubes en los cuadros de Charris!

Fragmentos de los textos de Mery Cuesta y José Óscar López en el catálogo de Futurama.