El cerebro en los dedos
2010
Mateo Charris, Ángel
La pregunta, 2013. Óleo sobre lienzo.
[Interior de un café. Después de una larga sobremesa quedan pocos clientes en el local. La luz de sol horizontal recorta las figuras]
PRESENTE: Hoy he recibido una invitación para una exposición de Sonia Navarro y Fod. Estudio compartido creo que se llama.
PASADO: Nunca me ha gustado la palabra estudio para definir el lugar donde trabaja un artista.
PRESENTE: Un artista, o un arquitecto, un músico: profesiones liberales como dice el diccionario.
PASADO: Me gusta más la palabra taller que viene del francés atelier, y antes de astelle –astilla, viruta– y que habla más de un sitio donde se realiza un trabajo manual.
PRESENTE: Pues en este caso viene al pelo, ya sabes que FOD trabaja mucho con maderas, y ambos trabajan con las manos, pero no creo que se pudiera aplicar a la mayoría de artistas contemporáneos.
PASADO: Ya ya, estoy algo atrasado pero no tanto. Supongo que también ha cambiado lo que se entiende por artista. No entiendo ese complejo intelectualoide de ahora. Todo el mundo quiere parecer muy listo y adornar sus obras con conceptos, citas, un proyecto que arrope todo lo que hace…
PRESENTE: Las cosas cambian, Los pintores se cansaron de que los llamaran pintamonas.
PASADO: Duchamp dixit. Muy bien Presente, veo que lees algo más que todas esas revistas de actualidad y tanto blog intrascendente.
PRESENTE: Para tí todo es más fácil, ya has pasado la criba del tiempo y sabes lo que está bien y lo que no.
PASADO: Así como si en mi jurisdicción no tuviéramos basura a montones. Digamos que el tiempo va poniendo a cada uno en su sitio.
FUTURO: Suele ser así. Aunque a veces a los del futuro nos gusta trastocaros un poco las cosas.
PRESENTE: Vaya hombre, estás despierto, creía que estabas echándote una siestecita.
FUTURO: El futuro nunca duerme.
PASADO: Tú siempre rodeándote de ese halo de misterio para hacerte el interesante.
[Una camarera trae una nueva ronda de cafés. Presente pide que le echen un chorro de coñac al suyo.]
PRESENTE: ¿Entonces vais a venir a la exposición o no?
PASADO: A ver, informa.
PRESENTE: Sonia suele trabajar con textiles, con patrones, construyendo imágenes en las que intervienen puntadas, bordados, telas. Líneas de color trazadas a Singer y campos de color de fieltro o algodón.
PASADO: Me recuerda a Sonia Delaunay. O a Louise Bourgeois.
PRESENTE: Tú siempre con tus referencias.
PASADO: Todo el mundo las tiene.
PRESENTE: Y todo el mundo las tuvo, pero es obvio que cada artista carga con todo lo que hicieron los demás antes. Hay quien se lo toma como una losa y a quien le gusta viajar acompañado.
[Alguien ha tirado una bandeja llena de tazas vacías con el consiguiente escándalo]
Sonia también se puede relacionar con los dibujos de Balenciaga, o los enrevesados mapas del BURDA, con el trabajo de las mujeres en los pueblos, con los talleres de costura…
PRESENTE: Ya viene la metralla sociológica…
FUTURO: Déjalo hablar, que ya sabemos de qué vas tú.
PRESENTE: Y FOD, del que supongo que enseguida me vas a decir que te recuerda ciertas estéticas constructivistas, aunque yo hablaría antes de Imi Knoebel, trabaja con materiales diversos, reciclados e industriales, pintura y textura, con las dos dimensiones que quieren ser tres y viceversa, en un viaje hacia la forma entre ángulos e ingletes que tiene que ver también con lo arquitectónico.
PASADO: Puede estar bien. Si paso de leer la nota de prensa igual hasta me interesa.
PRESENTE: ¿Qué te crees, que el artista es solo un artesano? Una obra que no se soporte sobre ideas es como un edificio sin cimientos.
PASADO: Vale, pero no necesariamente tienen ser pedantes ejercicios de ingeniería mental. Los artistas piensan de otra forma, por eso no son pensadores ni filósofos. Creo que habéis montado la rebellion de los repelentes niños vicentes, que no saben hacer una o con un canuto, pero lo adornan todo con celofán de palabrería y un lacito de Lacan por aquí y una pegatina de Derrida por allá…
PRESENTE: Ya estás generalizando y además andas un poco desactualizado.
FUTURO: No sé, en algo puede tener razón Pasado. El otro día estaba viendo un episodio de Mad Men*, y había un aspirante a cirujano al que rechazaban en el hospital porque no tenía el cerebro en los dedos. Me gustó la expresión. Por lo que cuentas, creo que Sonia Navarro y FOD son de esos artistas que tienen el cerebro en los dedos, que necesitan de lo manual para poder contar cosas, cosas que no necesariamente podrían traducirse con palabras, que tal vez no necesiten explicaciones de tipo racional sino que precisan de una especie de inteligencia emocional para acercarnos a ellas.
PASADO: Y hay muchos curators, comisarios, programadores y qué se yo, que no tienen ni gota de esa inteligencia emocional y por eso quieren vendernos un futuro de ratón de biblioteca.
FUTURO: Será un presente, que algo tendermos que decir en mi departamento, espero.
PRESENTE: Pues ya estamos como siempre, hablando por hablar, y sin llegar a nada concreeto. Si no nos aclaramos ni nosotros ¿cómo queremos que la gente se entere de algo?
PASADO: ¿Y no es cojonudo? Saber que nunca sabemos nada.
[Entra un tipo con un acordeón tocando y pasando el platillo por las mesas]
FUTURO: Pues yo creo que ya se está haciendo la hora para un gin tonic.
PRESENTE: Eso sí que es tener el cerebro en la punta de la lengua.
* N. del A.: Mad Men, serie de television que refleja la vida de los publicistas americanos de la avenida Madison de Nueva York en el tránsito de la decada de los cincuenta a los sesenta. Una serie especialmente valorada por su diseño de producción, un prodigio de reconstrucción/creación de la estética de aquellos años. El vestuario cuida especialmente las combinaciones de color y tejidos, los estampados con los lisos, los ángulos rectos con los volúmenes ligeramente ondulados. Y de ahí, los trajes y vestidos, el mimo con los tejidos se pasa a las tapicerías y cortinas. Los muebles, en los que predominan horizontales y verticales, el optimismo de una era –la era de los Eames– en la que al movimiento moderno se le añade un toque sexy, una época en la que todo parecía posible. Y ese gusto por lo artesano y lo diseñado, el corte y la confección, la formica y un constructivismo pop, también pueden rastrearse en la obra de Sonia y Fod. Esto es apenas parte de lo que los une, porque cada uno aporta su fuerte personalidad para que sus caminos no sigan una estrategia paralela sino que hayan ido acercando o alejándose en los últimos años de una manera puramente casual.
Ambos tienen una querencia por saltar del espacio pictórico, por traspasar el espejo y vivir en un espacio y una época –ésta, la suya– en la que todo sea posible.
Fuente:
Para la exposión Estudio Compartido de Sonia Navarro y Fod