Entre libros queridos y paraísos reales
2014
Soler, Pedro
La exposición que Ángel Mateo Charris presenta en galería La Aurora como 'Queridos libros' es más amplia que cuanto el propio título indica. Incluso podría decirse que los originales para portadas de libros son solo una justificación. En parte, sí tienen ese origen, y en las paredes cuelgan las obras, como aparentes reproductoras, pero más importante para el espectador quizá sería eliminar títulos, limpiar los cuadros, y dejar que los ojos contemplaran la libertad que encierran, al margen de que hayan tenido un arranque teóricamente obligado.
La pintura de Charris es muy diversa en cuanto a su temática y a su resolución, y muy concreta en cuanto a su método interpretativo. Por esto, unas veces deja vagar su imaginación hacia escenas irreales, frente a otras, que son la visión perfecta de un momento captado en lugares insólitos o en espacios más cercanos y transitados. Lo que hace Charris es dejarse llevar por una impresión, acogerla como un sentimiento propio y transformarlo con sus teorías interpretativas y sus técnicas artísticas.
Sucede también que, en ocasiones, el espectador se va a sentir envuelto por la aparente frialdad que transmiten algunas de las obras, a las que el autor no ha querido asignarles más que la expresividad momentánea, que él ha captado. Ahora la ofrece sin necesidad de transformarla, pero acaso concienciado de que no siempre penetrará en los demás con unos síntomas agradables y más atractivos. Son obras de identidad, de profunda personalidad, de reconstrucción y evocación de instantes, de chispazos llenos de realidad o que, incluso, nunca existieron salvo en la mente del autor. Se conjunta en la obra la posibilidad de abarcar ambas facetas -autenticidad e imaginación-, arropadas con una clara tendencia hacia la soledad y el silencio, como si se tratase de una reflexión natural sobre el instante que se vive.
Charris gusta de dar rienda suelta a su capacidad creativa, para adentrarnos por esos mundo quiméricos, pero que también pueden parecernos cercanos, porque nos trasmiten un ambiente repleto de sentimientos y nos envuelven en un cromatismo multiusual, en el que un mismo color atraviesa tonos expresivos, que se van distanciando o acercando. Son como una muestra de interrelación. En determinados espacios, es fácil advertir la fortaleza de los pinceles, pero también, cómo va decayendo, a la búsqueda de sintonías dispares y multiplicadas.
Y no se olvide -aunque no siempre sea preciso apelar a estos recursos- que si, como se ha dicho, para Charris sería una escusa la portada de los libros y las ilustraciones interiores, también lo es la temática generalizada en su obra. El paisaje urbano o las marinas vienen a ser complementos a un propósito imaginativo, empeñado en transformar la aparente vulgaridad de la pintura.