La broma infinita
2016
Mira, Mara
La intensidad resulta fatigosa pero el desparpajo visual guía el cielo de algunos escogidos. La estrella de Ángel Mateo Charris (Cartagena. 1962) brilla al Norte en medio de la oscuridad sin mediar nunca el azar. La brújula de Charrris le guía en esa liga de jugadores alentados por convincentes consignas a lo Simeone. Un "partido a partido' tomado en este caso, lógicamente, en "exposición a exposición". De esta fe sin fisura da buena cuenta su falsa –es todo un juego, lo advierte en el catálogo– 'Ceci n'est pas une retrospective', exposición retrospectiva en el Museo Regional de Arte Moderno de Cartagena. Se la debían. Les recuerdo que el ojo de Charris -en realidad de Ritcher- les espera en la misma fachada del edificio, repetido en forma de bello módulo decorativo, además de ser el logotipo que identifica el espacio.
Amen de este apunte, que pueden desglosar en la muestra, era necesaria una retrospectiva –falsa, vuelvo a advertir- de este cartagenero que tiene por costumbre explicar con el titulo de un zambombazo, de qué va lo ha llevado a imágenes. Recuerdo este: "Los Cosmolocalistas”. Acción, reacción. Es leerlo y recordar las palabras de Josep Maria Esquirol en su ensayo sobre la filosofía de la proximidad «Puede que caiga la cosmovisión pero cabe continuar experimentando la proximidad, la relación con los demás y el día a día. Lo que resiste es el significado de la proximidad". Bien lejos, pero también bien cerca se fragua el imaginario de este pintor. Es una lástima que 'solo' pinte cuadros porque como ilustrador de editoriales periodísticas no tendría parangón, tal es la maña que se gasta al resolver, en forma de cuadros, perturbadoras problemáticas sociales. Deténganse un momento en cualquiera de sus lienzos y a buen seguro les vendrá a la memoria una noticia de actualidad. No debo ser la única que advierte tamaña hibilidad. Un cuadro suyo, 'La broma infinita' (guiño a la satírica y desmesurada novela póstuma de David Foster Wallace), aparece en la portada del libro del último Premio de Ensayo de Anagrama “Estudios del malestar. Políticas de la autenticidad en las sociedades contemporáneas”, de José Luis Pardo. Buena elección de los editores. De un golpetazo visual te zambulles en el texto.
No voy a incidir en sus fuentes históricas, él mismo las recoge y expone en el catálogo de la muestra (Hopper, Giorgio de Chirico, Ritcher). También en el mismo, para que no haya interpretaciones esquivas, ordena los cuadros por temas. A saber: Collage, República, Cabo, Noche, Social, Economía, Crisis, Arte, Insomnio, Viaje, Africano, Blanco, Pacifico, Cosmo, Tridimensional. Localismo, Souvenir. Ojo. Charris -quien, a la vista está, debe ser un apasionado de las listas- crea, entre el revoltijo y la erudición, una dramaturgia por temas que no obstante tiene su razón de ser en la contemplación de una realidad compleja. Dos grandes líneas arguméntales la diseccionan. En una tiende a la crítica de la cultura de la hospitalidad pasiva; en otra sucumbe a la ironía y la sátira, humor a media asta. Este espacio 'global’ -del Pacifico a la República de Cartagena- lo puebla una galería de personas ausentes pero que sin duda reconocerán como los actores de nuestras peores pesadillas, incluso de esta mostrenca realidad que ya no sabemos bien cómo interpretar.
Por último, un dato. El catálogo lo abre la imagen de un santón barbudo meditando y lleva por título 'Infierno, Cielo y Mas Allá' y se cierra con un autorretrato del pintor soplando pata dibujar en el aire una gran pompa de jabón. Inmenso Charris, podría recitar las palabras de Omar Khayyan: «La verdad y el error, la certeza y la duda, no son sino palabras huecas como pompas de jabón». Irisadas o grises, esas burbujas son la imagen fiel de nuestra vida.