Charris
Español

Estrategias oblicuas

2024

Mateo Charris, Ángel

 

 

Brian Eno es un calvo antipático.

Brian Eno es un alma noble,

Un hada disfrazada,

Un prestidigitador,

Un bandolero,

Un elfo,

Brian Eno no es nadie,

Ni nada,

Apenas una idea,

Un aroma que molesta e intoxica,

Que embriaga y adormece,

Que coloca,

Brian Eno es un pabellón de maravillas,

De monstruos y curiosidades,

Un circo de pulgas.

Brian Eno es el arte.

 

 

Pintar es jugar al póker. Te tocan ciertas cartas y da igual si son buenas o malas. Descartas y pides nuevas, te llegan milagros y balas, diamantes y bastos. Y conjuras tu suerte usando verdad y mentira, farol y estrategia y ganas o pierdes. Y ganas y pierdes, porque te das cuenta de que ya no estás jugando. Y eso era lo mejor.

 

 

 

No hay blanco. No hay negro. Hay miles de grises que, a falta de mejor nombre llamaremos azulados, violáceos, cálidos y fríos o, mejor, tristes, acerados, plomizos, agudos, aterciopelados, como de película de nouvelle vague, o sedosos como de Lubitsch.

 

No se puede huir del color aunque se tome la decisión de hacerlo, Ni aunque seas uno de los habitantes de la isla de los ciegos al color de Oliver Sacks. 

 

No hay color, hay vibración, longitud de onda, rayos y centellas, música en un bosque de bastones, conos y células ganglionares fotosensibles.

 

No hay pintores jóvenes, no hay pintores viejos. Ni pintura de hoy, ayer y mañana. Sólo estrategias oblicuas entre la emoción y la materia, trazos de humo entre universos paralelos, ideas que miran desde el otro lado del espejo.

 

 

Dice Hans Ulrich Obrist que cualquier forma de arte es casi siempre sobre el poder conectar cosas aparentemente inconexas. Anudar lo improbable, trenzar un nido, digo yo. Esta exposición es un tapiz, un quilt, una colcha de retales, un guiso, un potaje, un bol de ramen, donde cada elemento necesita del otro, donde una pizca de memoria y cien gramos de pigmentos, unas cuantas ideas, gestos, acciones, nos llevan a lo imprevisto y lo familiar, lo desconocido. Volverás a ver estos cuadros pero no serán los mismos.

 

 

Aviso a los jovenes artistas: la Pintura “es como la mafia. Una vez que estás dentro, estás dentro. Y no hay forma de salir.” Lo dicen del surf en un libro de citas. También esto: “es como correr y tocar la cola del dragón y escapar con las llamas a tu alrededor.” Y si no es esto no es nada.

 

 

“Painting now, apocalypse later.”

 

 

Hay muchas estrategias para llegar al borde del cráter del volcán. Rutas exploradas, desconocidas, imposibles, aparentemente fáciles, absurdas, aterradoras, abarrotadas, solitarias. 

 

 

En algunas épocas del año aparecen los artistas. Todos parecen ir a lo mismo aunque lo cierto es que no, todos imaginan enfrentar la escalada con las mismas ganas y pasión, pero enseguida aparecen las agujetas y las ampollas, los tirones musculares, las distracciones, las dudas. Algunos llegan lo suficientemente lejos y empiezan a manipular los pequeños escupitajos del volcán, manipulándolos con palitos que la lava enseguida devora, dando lugar a curiosas formas. A unos esto los anima y continúan y otros empiezan ver el peligro de esas llamaradas tan difíciles de manipular, peligrosas para su integridad cuando le silban cerca de los oídos o le incendian su preciada mochila. Llegan a la vez los cantos de sirena de la comodidad y el confort de la vida familiar, los amigos, sopesando la dificultad de la aventura. Y cuando la realidad entra por la puerta, los sueños saltan por la ventana, así que se conforman con algunos selfis y alguna que otra herida de guerra que enseñar a la vuelta. Los valientes siguen. Unos cuantos de ellos se pierden en el camino, otros perecen en el esfuerzo, devorados por alguna colada caprichosa o una caída inoportuna. Otros consiguen acercarse al abismo y domar al dragón de lava: los menos, los escogidos. También se ve bajar volcán abajo a los truhanes, los mentirosos, que vienen contando las maravillas de una hazaña que nunca cumplieron, pero que irán repitiendo de taberna en taberna hasta que nadie pueda distinguir entre la verdad y la mentira.*

 

 

Brian Eno creó, junto a Peter Schmidt, una baraja de cartas dirigida a los creadores con instrucciones aleatorias para salir de los atascos creativos. La llamó Estrategias oblicuas. Unas cartas son absurdas, otras ingeniosas, certeras, unas te sirven y otras no, todas te interrogan, te cuestionan, te sorprenden, te hacen caer en algo que no habías pensado, te desanudan, te maravillan o te resultan indiferentes, son espejos, pasillos hacia otro tú. 

 

 

Esta exposición es un oráculo y hay un mensaje para ti en estas cartas de Briones, Cruzado y Méndez.

 

 

*: Este párrafo es un fragmento de otro texto llamado "En el volcán".